A las 9,30 salimos dirección Pisa. De Pisa sólo nos interesaba el Campo dei Miracoli, una explanada inmensa en la que se encuentran en perfecta armonía el Duomo (s. XI-XII), el Baptisterio y el Campaneli, campanario, torre inclinada por la que se ha hecho famosa.
Después de las típicas fotos sujetando la torre y otras más, tuvimos que parar a tomar algo para rehidratarnos, hacía un calor insoportable.
Seguimos para llegar a Lucca a comer, comimos en GiGLIO enfrente del Teatro Nacional, muy bien.
Según la información que teníamos Lucca es la bella desconocida. Allí vivió la hermana de Napoleón y durante esta época debió tener un gran desarrollo cultural y social, pero de todo esto no debe quedar nada.
De todo lo que vimos, con el mismo calor que habíamos sufrido durante la mañana, no hay nada que justifique la visita a Lucca. Las iglesias, que en general son bonitas, aquí tampoco destacan y encima la ciudad está sucia.
Volvimos a Florencia. Cenamos en el restaurante del Hotel Lugarno, de Salvatore Ferragamo, con unas vistas preciosas al rio Arno y al Ponte vecchio, fenomenal.
Fue una forma agradable de acabar el día.
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