¡Sin tener una sola reserva!. Nuestro objetivo era poder empezar a trabajar, lo demás... ya vendría. Y afortunadamente así fue.
Durante las navidades fuimos montando habitaciones y en enero la decoración estaba acabada, faltaban los últimos retoques, los que parece que no acaban nunca.
A la vez habíamos estado negociando el alquiler del restaurante, no somos cocineros pero sabemos lo pesado y trabajoso que resulta tener que dar comidas. Así que al encontrar un inquilino experimentado que nos gustaba estábamos encantados.
Montamos la cocina a su gusto y cuando ya estaba todo preparado nos dijo que no le interesa. Fue como una jarra de agua fría, era un problema añadido a todo lo que teníamos en marcha y sin tiempo para poder buscar a otro inquilino...
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