Benidorm aparece como Villa, con la Carta de Poblament, en 1325.
No queda nada de las primeras construcciones que existieron sobre el cerro del Canfali, donde se asentó el primer núcleo de población.
Se conoce la existencia de una vieja iglesia, un mesón y el Castillo, cuando Juan Bautista Antonelli, ingeniero de Felipe II, visitó las fortificaciones del levante peninsular, con el fin de hacer un informe de las mismas.
Tampoco han quedado restos de la doble muralla que guardaba el recinto del Castillo y el caserío que según algunos investigadores podría discurrir por Les Roques, Cuatro Esquinas, la Plaza del Mercado y la Alameda para terminar en el Torrejó.
La despoblación que experimentó, durante más de tres siglos, probablemete fue debida a la falta de agua potable y a los contínuos saqueos que sufrió la villa por parte de los corsarios berberiscos.
Todas estas razones impidieron un asentamiento estable y duradero, sin embargo, no ha desaparecido el trazado de las calles, ni la forma de las parcelas que han llegado sin muchos cambios hasta el siglo XX.
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