viernes, 17 de septiembre de 2010

Los clavos y los amigos

Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa llena de clavos y le dijo que cada vez que se enfadara debía clavar un clavo en una valla cercana a su casa.

El primer día el niño clavó 37 clavos, pero... poco a poco fue calmándose porque descubrió que era más fácil controlar su carácter que clavar clavos.

Finalmente llegó el día que el niño no perdió la calma y se lo dijo a su padre.

Su padre le sugirió que por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la valla.

Finalmente no quedaban clavos en la valla, así que lo cogió de la mano y lo llevó hasta la valla diciéndole.

- Mira hijo, has hecho bien corrigiendo tu carácter, pero fíjate en todos estos agujeros que han quedado... ya nunca será la misma.
No importa cuántas veces pidas disculpas la herida quedará allí.

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