sábado, 26 de noviembre de 2011

el hotel

Después de diez años alquilado, al inquilino aún le quedaba otro año más para que finalizara el contrato, recibimos una notificación de Turismo en la que se nos informaba que el negocio se cerraba. Para seguir en funcionamiento tenía que adecuarse a la normativa vigente.

La noticia nada esperada supuso tener reuniones familiares y barajar distintas soluciones al problema que se planteaba: obligar al inquilino al cumplimiento del contrato, llevarle a pleito, hacerle una lavadita de cara y seguir o intentar volverlo a alquilar, o hacer una reforma integral y volverlo a gestionar la familia.

Esta última solución, la más arriesgada, es la que se tomó al final después de hacer estudios de viabilidad, proyectos de distintas reformas y estudio económico de lo que esto supondría.

A partir de este momento, una vez que todos estábamos de acuerdo y sabíamos a lo que nos enfrentábamos (la realidad ha sido más dura), empezó la cuenta atrás.

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